Me
gustaría , a veces, sólo a veces, las mas optimismas, creer que
nada sucede por casualidad, que cada uno de sus actos son premeditados, que me
cuida desde siempre.
Querría pensar, en esos días de añorado
optimismo, que él es como uno de esos hombres del romanticismo, que sufre en
silencio, que espera una señal más clara, que se niega a hacerme sufrir, que
prefiere que sea feliz al lado de otro antes que infeliz al suyo.
Pienso que me mira desde algún lado secreto
buscando mi risa como fuente de alegría y que el silencio de la noche,
que todo lo puede, le arranca de cuando en cuando alguna lágrima y la promesa
de que quizá algún día se atreva a confesar su amor por mi, aunque sepa – o
crea saber- que yo vivo en la ignorancia de su existencia…
Pero las mas de las veces vivo en la pesadumbre,
en la tristeza, en mi cruel realidad…en saberle lejos de sentir por mi nada
semejante al amor, y en ningún caso poder albergar esperanza alguna de
encontrar jamás la dicha.
No sé quien decide nuestros caminos, pero quien
dibujó el mio lo hizo farragoso, porque ¡cuán difícil es proseguir la senda de
quien se sabe enamorado por el encanto de quien jamás sentirá amor por
él!¿cuanta crueldad y desesperación puede llegar a albergar ese
corazón?¿cuántas lágrimas derrama un corazón antes de secarse?
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