martes, 11 de abril de 2017

SILENCIOSA DESPEDIDA

Tenía que entender que había una etapa de mi vida con el que había terminado. Y era esa. Esa en la que habíamos sido solo dos. En la que habíamos estado unidos siempre. En la que habíamos recorrido mares de tristeza y desolación, en la que yo había sido su luna llena en noches sin estrellas y en la que él había sido el único rayo de esperanza cuando la lluvia no había dado tregua en aquel invierno que no me había querido dejar.
Aquello había terminado. Y lo había hecho porque yo quería. Yo siempre le había deseado lo mejor a él. Preferí que a él le llegara la felicidad antes que a mí. Yo convivía bien con la tristeza inmisericorde y en cambio no soportaba verlo desgarrarse de dolor en aquellas noches en las que el alcohol dejaban al descubierto todas las tristezas que guardaba bajo su máscara de felicidad.
Era el momento de despedirse. De que él aceptara, como yo estaba empezando a hacer, que ya nada sería igual. Y con igual en mi caso quería decir que todo a partir de ese momento significaba que todo sería peor. Yo era quien se llevaba la peor parte, pero no me importaba, ¿o sí?.
A partir de aquel momento se acabarían tantas cosas que me aferraba a los recuerdos casi de manera salvaje, queriendo atesorar los recueros de una manera insoportable. Porque sabía que nada de lo que pudiera venir de él desde ese instante, tendría el olor a sal de aquellas primaveras.
Era consciente de que él no sentía lo mismo que yo, incluso que lo hubiera negado, de haber pensado siquiera que yo llevaba mi mente por aquellos derroteros.
Mientras, aspiraba su perfume para intentar mantenerlo en mi recuerdo y apenas si escuchaba sus palabras pues prefería centrarme en sus gestos para recordar como movía las manos o como sus mejillas dibujaban aquellos hoyuelos cuando las palabras se volvían demasiado abiertas.
Me aferré a nuestros últimos abrazos pues estos serían los últimos. Los últimos que serían nuestros. Ya no habría más nuestros. Solo nuestros.
Y le desee la mayor felicidad a escondidas, en silencio. Sin que pudiera saber que eso en realidad era una despedida.

PD. A ti, porque te estás yendo...