viernes, 19 de septiembre de 2014

YO CREO

Creo en los hombres honestos.
En el chocolate.
En las películas en blanco y negro.
En los silencios cómodos.
Creo en los hechos ( ya nunca más en las palabras bonitas y vacuas )
Creo en las personas que saben contar historias y en las historias que saben describir personas.
Creo en ti, por encima de todo.
Creo en los hombres que mantienen la mirada y en los que saben envolverte en un abrazo sin fin.
Creo en los inviernos gélidos.
Creo en nosotros. En ti y en mi aunque sea difícil unirnos en ese plural que nos empeñamos en destruir.
Creo en las series que te mantienen enganchado hasta el final y que te dejan ojiplático cuando no esperas lo que sucede hasta el punto que al día siguiente estas tan tocado como sí te hubiera sucedido algo en tu propia vida.
Creo en el olor de esa persona que no se va aunque su perfume se haya evaporado.
Creo en los mensajes ( ahora llamados whatsapp)de buenos días o buenas noches, y más aún en esos inesperados, sin motivo, que te hacen sonreír.
Creo en la puesta de sol en Benares, en el road tríp por Francia y en el crucero a las islas griegas.
Creo en Apple, en las tartas de chocolate sin ningún aderezo más que chocolate.
Creo en quienes sonríen con la mirada y la gente que fuma y es capaz de estar un buen rato sin dar ni una sola calada a su cigarro escuchando impertérrito tu conversación.
Creo en el Capitán Wentworth y en esas mujeres tan bellas que guardan todo su pelo en un moño y aún conservan su belleza intacta.
Creo en la simplicidad de los amores eternos. En el sonido de la lluvia  y en su olor como perfume favorito.
Creo en quienes saben mantener algo de misterio sin resultar petulantes.
Creo en el Real Madrid, en los zapatos - que dicen casi todo de una persona- en los croissants sin mermelada por encima.
Y en ese destino que nos hizo coincidir en esta vida aún no sé el motivo. Por eso sigo creyendo en ese haiku.





sábado, 13 de septiembre de 2014

LA INMENSA CASUALIDAD DEL DESTINO

Era imposible tanta casualidad.
Era imposible que existiera en el mundo alguien que estuviera pensando las cosas que yo pensaba.
Era absolutamente irracional que se plasmará en papel  sentimientos del mismo modo que yo los pensaba y que de la misma manera que a mi me gustaban el fuera apasionado de los mismas poemas, cuadros, dramas.
Era una auténtica locura que a kilómetros de mi el dijera las mismas palabras que yo estab
a diciendo y estuviera leyendo exactamente los mismos libros que yo leía.
Eso no podía ser casualidad.
Pero por más que lo había intentado, y sólo Dios sabía cuanto lo había hecho, eso sólo significaba algo para mi porque el sólo me quería lejos de su vida.

Y así estoy lejos muy lejos pero pensando, leyendo, escribiendo y sintiendo exactamente lo mismo que el. Y jamás lo sabrá.