Ella esta siempre ahí. Daba igual los
vuelcos que diera la vida. Los cambios. Los días buenos o malos. Las ganas de
reír o bailar. Las de llorar. Lo cierto es que siempre estaba.
Él en cambio era lo que vulgarmente
se llamaría un hombre egocéntrico y egoísta. Cuando las cosas le iba bien no
solía repara en la presencia de quien le apoyaba cuando le necesitaba, y si por
casualidad se veía en la obligación de
descolgar el teléfono después de las insistentes llamadas de ella, solía
contestarla con su tono frío y distante, descortés, dejándola claro que en ese
momento no tenía tiempo para ella y sus lamentaciones, que desde luego, no era
necesario que se preocupara para nada de él
e incluso la retaba a que de una vez cogiera las riendas de su vida y
comenzara a ser feliz.
En cambio, cuando los tiempos se volvían
difíciles, cuando alguno de sus amoríos terminaban o su lado más endiabladamente depresivo salía a
relucir (ella tenía estimado que ocurría al menos 2 veces al año), él regresaba
con absoluta amnesia sobre los meses desaparecido, las erráticas conversaciones
mantenidas, y con un fuerte deseo de que ella, como no, le ayudara a salir de
aquel pozo en el que él y sólo él se encontraba, sin mediar siquiera la
posibilidad de que nadie mas pudiera tener problemas, de que estos tuvieran al
menos la misma importancia que los suyos y desde luego negando la idea de que él
hubiera fallado a nadie. Si no había estado en aquellos meses anteriores
siempre había alguna buena excusa para su ausencia muy distinta a la formulada
en conversaciones previas…
Pero ella no podía negarse a estar y
seguir ahí, a pesar de saber como sabia
que aquello no solo tenia siempre la misma pauta, sino que además terminaría de
la misma manera: con el fuera del precipicio y ella con el alma rota porque él
volvía a irse dejándola con toda su miseria existencia y ni siquiera un Adiós.
Sabia que al principio el se volvería
comprensivo, cariñoso, galante, educado y tierno. Un amigo en condiciones. Ella
escucharía durante horas, dejando de lado su vida. Aparcando todo aquello que
fuera necesario porque de no ser de ese modo, él no lo comprendería. El estaba
sumido en una profunda depresión y la necesitaba, qué clase de amiga le dejaria
por acudir a un baile o salir de la ciudad un fin de semana?Pero poco a poco él
volvería a sentirse mejor gracias a ella:su comprensión cariño, cuidados y
palabras siempre perfectas no hacían si no recomponer su ego dañado justo a
tiempo para la nueva temporada de Opera o Teatro y entonces, el día menos
pensado el no regresaba. No acudía a la cita que tenían para tomar café o
hacerse aquel traje que él decía necesitar de manera esencial…y ella sabia que
aquello había acabado. El no volvería.
Asi que tocaba un nuevo regreso a
casa con las lágrimas resbalando por su cara y sintiéndose utilizada y
humillada(“ah perdone, he debido ser yo que no recordé bien la cita…que
desastre!!”)y jurando no volver a caer en la misma piedra,EL , pero sabiendo
que lo haría porque a ella le era imposible no quererle, de la misma manera que
sabia que a él le era absolutamente indiferente.
Y durante ese tiempo de sequía
emocional en cuanto a lo que aquel hombre se refería ella se preguntaba tantas
cosas: en la razón de que él jamás hubiera sido capaz de decirla pura y
simplemente que previa a cualquiera de esas citas una nueva mujer había
parecido, a el motivo por el que estaba en su vida y sobre todo porqué lo
permitía.
Pero era consciente de dos cosas: que
si ella no fuera de ese modo, paciente, tranquila y amorosa, él no habría
estado ali. El jamas habría luchado por ella y por aquello que tenían que no
sabia siqueira si podría llamarse amistad. Y la segunda es que sabia que siempre
seguiría allí. Era triste, estúpido, y definitivamente injusto, pero le quería y
él no.