No sé si entenderéis lo que voy a
contaros. Espero que alguien lo haga.
En mi pecho sólo siento angustia.
Una angustia que lo invade todo.
A veces no sé de donde procede.
Otras sólo tengo que mirar dentro de mí, o mejor dicho, repasar último año:
Cuando creía que la vida me había
repartido las cartas, que ya había tomado las decisiones pertinentes, había
decidido descartar algunas, y apostar en virtud de mi jugada final, Dios, el
destino o lo que quiera que sea lo cambio todo.
En 1 mes mi novio anuló la boda
sin motivo aparente, mi trabajo prescindió de mi puesto y mi mejor amiga se fue
a vivir a Australia. Y ahora, empieza de nuevo.
Este año no está siendo sencillo.
Cada paso que doy cuesta el doble. He intentado no desmoronarme. Ser fuerte. He
encontrado cientos de obstáculos por el camino. Porque la gente dice que estará
a tu lado pero es mentira. Jamás están. Sólo puedes contar con las dos o tres
personas que son tus amigos de verdad. El resto quieren alegrías, nada de penas
o problemas. De cada promesa que me hizo la gente en mis malos momentos, nadie
cumplió ninguna. Pero ¿por qué iban a hacerlo si el amor de mi vida tampoco lo
había hecho?
Pero entre ellos creí ver un rayo
de esperanza, alguien bueno, que de repente estaba ahí. Me comprendía, me
apoyaba. No me dejaba hundirme. Dí gracias a Dios por él. Pero mientras yo me
iba recomponiendo un poco le ayudaba a recomponerse a él. Soy maestra en
hacerse sentirse bien a los demás. También era justo que así lo hiciera. Quid
pro quo.
Pero no. No fue así. Eso también
salió mal. Hace poco esa persona también ha roto su “compromiso” conmigo. Quizá
muchos no lo entendáis, pero para mí ese compromiso era casi tan sagrado como
el de mi matrimonio. Cuando alguien está contigo en el dolor, cuando alguien
prometo no fallarte, cuando tú estás a su lado en momentos de tristeza inhumana…cuando
algo es así de sagrado es injustificable que se rompa esa unión. Quien rompe
esa unión por una ilusión, por un
romance, por alguien que conoce hace ¿4 minutos?, se califica.
Si el amor de mi vida hubiera
vuelto cuando esa persona me hubiera necesitado, jamás hubiera abandonado sus
necesidades. Pero en mi caso ha sido así. Ya no existo de nuevo.
¿Sabéis cómo me hace sentir? ¿Sabéis
como es sentir que en ningún momento nadie lucha por ti, que hagas lo que
hagas, aunque te hayas matado por sacar a alguien de un pozo aun cuando tú
estabas en el tuyo- tarda 4 minutos en abandonarte? ¿Sabéis cómo es entender
que nunca nadie va a quererme?
Es angustia, desasosiego. Es
dolor. Es no saber qué vales si es que vales algo. Siento que si nadie permanece
a mi lado, el problema debo ser yo.
Los demás han seguido sus vidas.
Todos. Conocí a todas esas personas
cuando estaban rotas de dolor. Ahora todas son inmensamente felices y yo ni
siquiera sé si soy.