Antes disfrutaba con una buena conversación, con una copa de vino con la mirada previa a un beso.
No había nada que me gustara más que saber que tenía un nuevo compromiso: elegir con cuidado qué me pondría, qué sería lo más adecuado para esa ocasión, cómo y qué combinaría...
Me emocionaba acudir a una boda, las fiestas sorpresas, los cumpleaños multitudinarios, o las cenas para dos.
El olor a primavera, las velas, saber que quedaba poco para tu regreso.
Pero la visa ha cambiado demasiado y la capacidad de ilusionarme ha quedado en stand by.
Creo que todos tenemos un limite en la capacidad de desilusión y la mía de momento ha alcanzado un límite grande....Volverá,,,pero ahora mismo debo rescatarla...
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