domingo, 9 de marzo de 2014

SOLO LOS DOS

Y con el paso del tiempo descubrí que no es olor lo que más echo de menos. Aunque me duela tanto encontrarlo en el cuerpo de otros hombres que me haya acostumbrado a respirar sólo a ratos. Al final y al cabo no se necesita tanto oxígeno solo para sobrevivir.

Tampoco es tu tacto. Tus caricias ni tus abrazos. El deseo de que tu cuerpo esté cerca del mío. De sentirte cerca. De saber que puedo tocarte aunque no lo haga. Tu proximidad. Verte mientras leo un viejo libro y saber que en cualquier momento puedo acercarme para acurrucarme en ti.

No es tu fuerza. Ni tus palabras. No es tu amor. Que ahora soy consciente de que fue mentira.

Me he dado cuenta que lo que más echo de menos de ti es tu pelo. Es la necesidad de acariciar tu suave pelo. De tenerte en mi regazo y acariciarte. Sólo eso. Todo eso. El saber que confías en mi como para que todo tu mundo esté en mis manos. Para que te desmorones ante mi. Para qué yo sea tu todo.

Puedes engañar a todos. Puedes incluso engañarte a ti diciendo que no me quieres. Puedes huir de mi o echarme de tu vida. Pero los dos sabemos que sólo soy yo. Que sólo eres tu. Sólo los dos.


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