Nunca espere que te dieras cuenta de tu error y regresaras. Jamás he esperado tu vuelta.
Ese día, hace 365, solo llegue a la conclusión de que siempre había sabido la verdad sobre ti: nunca ibas a cumplir tu promesa.
Ha pasado tiempo. He dejado que cumplieras tu ansiado deseo de compartir cada estación con ella -la mujer de tu vida?-. Y nada de todo eso ha hecho que regreses al lugar del que prometiste no irte jamás: mi lado.
Por tanto solo queda despedirme. Asumir tu perdida.
Procurar olvidar cada uno de los recuerdos que de ti habitan en mi memoria: tengo que acordarme de olvidar tu olor a madera y tabaco, tus fotos de París cualquier mañana, tu música anunciando tu llegada, tus ojos enmarcados por tus cejas definidas, tu magia al encontrar el poema perfecto para cada situación.
Debo recordarle a mi mente que no se acuerde de ti en las tardes lluviosas ni en los cafés de domingo. Acordarme de no recordar tu cumpleaños y comprarte tu tarta de manzana favorita y no ponerle velas para que no te entristezca ver un numero mas.
Recordare no volver a escribirte cualquier día cuando paseando por Madrid algo te traiga a mi recuerdo.
Esto fue todo.
Mucho cariño ( por mi parte), demasiados errores, y un adiós sin posibilidad de retorno.
La vida es así de dura. De mentirosa. De cruel.
De sorprendente.
Échame de menos... Algún día.
Yo, ya sabes. Te seguiré esperando.
Me encanta lo que escribes de amor... o como dijo el valiente "a mí me gustan las mamás que son una monada" (una eternidad en casa
ResponderEliminar