lunes, 15 de junio de 2015

AQUELLA EXTRAÑA TARDE DE MAYO

Aquella extraña tarde de mayo

Hacia bastante fresco para ser mayo. En realidad estábamos  casi rozando el mes de junio aquella tarde de sábado. 

Recuerdo que me llamaste de manera imprevista. No habíamos quedado en vernos y tu mantenías un código bastante estricto para las llamadas (en realidad mantenías un código estricto para casi todo). Por eso supongo que me sorprendió especialmente ver tu numero en el movil. 
-Buenas tardes princesa"dijiste con esa voz varonil y tu tono siempre calmado y risueño, aunque estuvieras en plena vorágine de trabajo o a  punto de perder un vuelo.

- "Buenas tardessss" dije intentando ser lo más simpática posible. La verdad es que en el fondo de mi alma me molestaba que  pudieras decidir cómo debía de sentirme. 

         
...y en ese momento me ofreciste quedar. 

Lo cierto es que no lo dudé. Y todo aquello me hacía enfurecer porque tú habías hecho cambiar mis planes en un segundo, porque ni siquiera me había planteado la opción de decir que no, y sobre todo porque doblegabas mi razón con solo llamar.

Pero en 30 minutos estaba en la puerta de mi casa con esa dualidad. Con la perfecta mezcla entre ganas de verte y odio por hacer de mi lo que querías. Tú, mi amigo. Porque eras mi amigo me repetía. 

Me senté en tu coche deseando que hubieras cambiado de opinión y que en vez de ese rápido café, hubieras planeado llevarme a Paris (pero se puede saber qué pensaba?...era la música... por qué siempre elegías una canción perfecta cuando sabías que iba a ir yo en el coche?!)

Y de ese modo llegamos a una de tus cafeterías favoritas de Madrid. Lo cierto es que ese no era el día en que ibas mejor vestido, pero creo que siempre lo recordaré como el que te vi mas guapo. Unos simples vaqueros y una camisa blanca, por fuera algo más desabrochada de lo habitual, y el pelo, por una vez, alborotado. 

No podría recordar lo que dijiste, de lo que hablaste. Yo solo te miraba y me ocupaba de sacar de mi aquellos pensamientos extraños que se entremezclaban en mi mente junto con algo de realismo.

Y de repente un viento comenzó a despeinarte y a jugar con mi camisa y yo, yo empecé a hacerme pequeña y entristecerme. En aquel momento solo necesitaba tu abrazo. Que parara aquel frío que sentía, no solo mi cuerpo. Pero tú no te acercaste, y yo no lo pedí.

Aquella extraña tarde de mayo me di cuenta de que mis sentimientos hacia ti eran muy diferentes a los que hacía creer al resto del mundo,a ti e incluso a misma. Y tiempo más tarde supo que te perdí justo aquella tarde. 

Ojalá ese viento te traiga de nuevo a casa. 

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