jueves, 1 de noviembre de 2012

EL PODER DE LA INERCIA


Siempre había sabido que las cosas más importantes de la vida, suceden cuando menos las esperas.
No ocurren en los días en los que tienes esa sensación de nerviosismo, ni tampoco en esos días "D".No, ocurre cuando menos lo esperas..Un martes cualquiera, una noche antes de ir a dormir cuando crees que ese dia aburrido ya ha terminado, o cuando sales de casa esperando que la jornada te pase de largo sin nada en perspectiva.

Y asi fue.

Creía que las cosas estaban más o menos tranquilas entre Jacobo y ella, eso pensaba. Después de casi un lustro de seguirlo por medio mundo, de dejarse tras discusiones estúpidas, de volver a estar juntos tras saber que la vida sin estar el uno al lado del otro no tenía sentido, de encontrar casas , de decorarlas, de volver a empaquetarlas,de permanecer sin hablarse durante meses para intentar recuperarlos a golpe de otros tantos con noches en vela mirándose a los ojos con cientos de historias que contar y con ganas de no dejar de tocar la piel del otro. Creía que después de haber estado 14 meses sin hablarse tras la última pelea en NY y de haber cogido las maletas y regresar a Paris sin mas que una nota que decía "Adiós Jacobo, sé muy feliz, lejos de mí, no necesito que me hagas mas daño del que ya me has hecho"todo habría acabado de verdad, hasta que la vida les volvió a juntar en una tarde perfecta en un bar de Madrid.

Las cosas tampoco fueron fáciles entonces. Ella estaba demasiado vulnerable por un pasado que sabía era capaz de repetirse. El no estaba en su mujer momento:la vida le había asestado un golpe certero y cruel y llevaba una de esas cicatrices feas y demasiado prominentes  que no pueden ocultarse que llevan escrito"quiero que sepas que estoy hecho polvo y te lo voy a hacer pagar aunque lo siento".Mmm sonaba a combinación perfecta:ex despechada  con herida que creía curada y chico lamiéndose solo sus complejos..

Pero ella creía q en el amor pero sobre todas las cosas de la vida creía  en la vida,  y  en Jacobo.

Cuando le contó a su círculo que lo había encontrado de nuevo y que por supuesto él volvía a ser el epicentro de mundo, calló las duras quejas de quienes la querían y aconsejaron que saliera de aquello cual Forrest Gump “corriendo sin parar” con una exquisita capacidad de expresión y pocas pero certeras razones:era alguien especial, capaz de parar el tiempo con su rica prosa, era pausado y conseguía calmarla cuando nadie lo hacía, era un buen amante y mejor amigo, era seductor de almas y pobre en autoestima. Pero si alguien necesitaba algo mas:lo quería.

Nadie necesitó nada más. Solo ella, a veces. Cuando volvían a discutir, lo que no tardó en suceder  sino algo mas de seis meses- el tiempo justo para contarse esos 14 que permanecieron distanciados- .El temía perderla pero no se lo hacía saber. El estaba tan herido que necesitaba estar enfadado con alguien, y ella estaba allí, demasiado cerca y demasiado dispuesta a darle lo que el necesitaba:un motivo para cualquier enfado que quisiera. Ese podía ser el quererle mucho, el no quererle demasiado; el estar cerca o el no estarlo; el darle prioridad en sus planes o el haber salido con sus amigos el día que la necesitaba; poner la televisión cuando necesitaba su abrazo o abrazarle cuando necesitaba libertad;sentir que se obsesionaba con “ellos" o desaparecer cuando "solo"la necesitaba. Ella solo quería quererle pero empezaba a creer que todo lo hacia mal. Sabía que todo lo hacía mal porque él se lo decía. Era consciente de que Jacobo estaba hundido y no sabía cómo llegar, de qué manera ayudarlo. Los días que lo lograba, cuando él la hacía sentir bien, cuando abría su corazón ella era feliz, pero solían estar unidos a una semana de encierro absoluto. Aun así ella era feliz porque el era bueno, sabía que era el amor de su vida y estaba con el en el peor momento de su existencia, así que, en algún instante encontraría la manera de salir porque Jacobo debía hacerlo solo, y sabría que ella jamás lo habría abandonado.

Pero sobre todas las cosas había una de la que no dudaba. El la quería. No solo porque se lo había dicho. Y no miles de veces. A ella no le gustaba decir esas cosas miles de veces..pero si bastantes..las suficientes para saber que era cierto. Después de una llamada sincera, tras confesiones, al despedirse cuando ella se iba de viaje y el se sentía vacío .Pero también lo había demostrado. El se levantaba cada sábado y le comprueba una rosa de pitiminí y le preparaba el desayuno y se lo llevaba a la cama, porque cada viernes la llevaba a cenar a un sitio diferente que buscaba con cuidado esmero según sus preferencias y  que ella acababa adorando y la sacaba a bailar o a tomar una copa y al llegar a casa encendía miles de velas. Porque cada noche al llegar de trabajar si lo hacía antes la tenía preparado un baño lleno de espuma, porque la llevo a conocer Benarés por su cumpleaños y la regaló la fotografía que quería y una fiesta sorpresa con sus amigos. Pero sobre todo, porque cada noche la rodeaba con sus brazos y la decía su frase favorita"eres mi todo"

Por eso aquella mañana ella nunca pensó que sucedería nada especial. El estaba fuera por trabajo y llevaban una "buena racha". Pero todo se descontroló. Jacobo llamó, estaba raro y distante y la dijo que no volvería a casa, que estaba cansado de todo aquello y que no la quería.

Así ocurren las cosas, cuando menos las esperas. No después de una discusión, ni cuando llevas semanas sintiendo que lo vas a perder, ni cuando temes que el ya no te quiere. Un día cualquiera sin saberlo, tu vida cambia..para siempre..


2 comentarios:

  1. snif...qué lindo!!!me temo que sí, las cosas pasan así...estamos muy de acuerdo...

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