Siempre había sabido que las cosas
más importantes de la vida, suceden cuando menos las esperas.
No ocurren en los
días en los que tienes esa sensación de nerviosismo, ni tampoco en esos días
"D".No, ocurre cuando menos lo esperas..Un martes cualquiera, una
noche antes de ir a dormir cuando crees que ese dia aburrido ya ha terminado, o
cuando sales de casa esperando que la jornada te pase de largo sin nada en
perspectiva.
Y asi fue.
Creía que las
cosas estaban más o menos tranquilas entre Jacobo y ella, eso pensaba. Después
de casi un lustro de seguirlo por medio mundo, de dejarse tras discusiones estúpidas,
de volver a estar juntos tras saber que la vida sin estar el uno al lado del
otro no tenía sentido, de encontrar casas , de decorarlas, de volver a
empaquetarlas,de permanecer sin hablarse durante meses para intentar
recuperarlos a golpe de otros tantos con noches en vela mirándose a los ojos
con cientos de historias que contar y con ganas de no dejar de tocar la piel
del otro. Creía que después de haber estado 14 meses sin hablarse tras la
última pelea en NY y de haber cogido las maletas y regresar a Paris sin mas que
una nota que decía "Adiós Jacobo, sé muy feliz, lejos de mí, no
necesito que me hagas mas daño del que ya me has hecho"todo habría
acabado de verdad, hasta que la vida les volvió a juntar en una tarde perfecta
en un bar de Madrid.
Las cosas tampoco
fueron fáciles entonces. Ella estaba demasiado vulnerable por un pasado que
sabía era capaz de repetirse. El no estaba en su mujer momento:la vida le había
asestado un golpe certero y cruel y llevaba una de esas cicatrices feas y
demasiado prominentes que no pueden ocultarse que llevan escrito"quiero
que sepas que estoy hecho polvo y te lo voy a hacer pagar aunque lo
siento".Mmm sonaba a combinación perfecta:ex despechada con
herida que creía curada y chico lamiéndose solo sus complejos..
Pero ella creía q
en el amor pero sobre todas las cosas de la vida creía en la vida,
y en Jacobo.
Cuando le contó a
su círculo que lo había encontrado de nuevo y que por supuesto él volvía a ser
el epicentro de mundo, calló las duras quejas de quienes la querían y
aconsejaron que saliera de aquello cual Forrest Gump “corriendo sin parar” con una exquisita capacidad de
expresión y pocas pero certeras razones:era alguien especial, capaz de parar el
tiempo con su rica prosa, era pausado y conseguía calmarla cuando nadie lo
hacía, era un buen amante y mejor amigo, era seductor de almas y pobre en
autoestima. Pero si alguien necesitaba algo mas:lo quería.
Nadie necesitó
nada más. Solo ella, a veces. Cuando volvían a discutir, lo que no tardó en
suceder sino algo mas de seis meses- el tiempo justo para contarse esos
14 que permanecieron distanciados- .El temía perderla pero no se lo hacía
saber. El estaba tan herido que necesitaba estar enfadado con alguien, y ella
estaba allí, demasiado cerca y demasiado dispuesta a darle lo que el
necesitaba:un motivo para cualquier enfado que quisiera. Ese podía ser el
quererle mucho, el no quererle demasiado; el estar cerca o el no estarlo; el
darle prioridad en sus planes o el haber salido con sus amigos el día que la
necesitaba; poner la televisión cuando necesitaba su abrazo o abrazarle cuando
necesitaba libertad;sentir que se obsesionaba con “ellos" o desaparecer
cuando "solo"la
necesitaba. Ella solo quería quererle pero empezaba a creer
que todo lo hacia mal. Sabía que todo lo hacía mal porque él se lo decía. Era
consciente de que Jacobo estaba hundido y no sabía cómo llegar, de qué manera
ayudarlo. Los días que lo lograba, cuando él la hacía sentir bien, cuando
abría su corazón ella era feliz, pero solían estar unidos a una semana de
encierro absoluto. Aun así ella era feliz porque el era bueno, sabía que era el
amor de su vida y estaba con el en el peor momento de su existencia, así que,
en algún instante encontraría la manera de salir porque Jacobo debía hacerlo
solo, y sabría que ella jamás lo habría abandonado.
Pero sobre todas
las cosas había una de la que no dudaba. El la quería. No solo porque
se lo había dicho. Y no miles de veces. A ella no le gustaba decir esas cosas
miles de veces..pero si bastantes..las suficientes para saber que era cierto.
Después de una llamada sincera, tras confesiones, al despedirse cuando ella se
iba de viaje y el se sentía vacío .Pero también lo había demostrado. El se
levantaba cada sábado y le comprueba una rosa de pitiminí y le preparaba el
desayuno y se lo llevaba a la cama, porque cada viernes la llevaba a cenar a un
sitio diferente que buscaba con cuidado esmero según sus preferencias y
que ella acababa adorando y la sacaba a bailar o a tomar una copa y al
llegar a casa encendía miles de velas. Porque cada noche al llegar de trabajar
si lo hacía antes la tenía preparado un baño lleno de espuma, porque la llevo a
conocer Benarés por su cumpleaños y la regaló la fotografía que quería y una
fiesta sorpresa con sus amigos. Pero sobre todo, porque cada noche la rodeaba
con sus brazos y la decía su frase favorita"eres mi todo"
Por eso aquella
mañana ella nunca pensó que sucedería nada especial. El estaba fuera por
trabajo y llevaban una "buena racha". Pero todo se descontroló.
Jacobo llamó, estaba raro y distante y la dijo que no volvería a casa, que
estaba cansado de todo aquello y que no la quería.
Así ocurren las
cosas, cuando menos las esperas. No después de una discusión, ni cuando llevas
semanas sintiendo que lo vas a perder, ni cuando temes que el ya no te quiere.
Un día cualquiera sin saberlo, tu vida cambia..para siempre..
snif...qué lindo!!!me temo que sí, las cosas pasan así...estamos muy de acuerdo...
ResponderEliminarMil gracias...gracias x leerme
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