miércoles, 29 de febrero de 2012

SIEMPRE SEREMOS TU Y YO


Ella puso su fría mano en la da él. Justo encima de su alianza al tiempo que una esplendida sonrisa nacía en la
comisura  de sus labios.

 “Me alegro tanto de que ahora seas feliz”dijo.

 Él pudo sentir el frío tacto de las manos de ella. Siempre habían sido así.Sus manos siempre habían permanecido frías aún cuando el tiempo no lo  era en exceso.

  
No recordaba un solo día de su tiempo juntos en el que hubiera cogido sus  manos y  no hubieran estado gélidas como la nieve en invierno y meramente templadas en pleno verano.

  
 Ahora noto esa misma sensación helada cuando ella había jugado con su alianza.

  
 “Cuanto tiempo” había dicho él mirándola a los ojos mientras ella lo hacía a la nada  y a todo al mismo tiempo…”demasiado” prosiguió.

 Ella devolvió esa mirada.

Parecía el de siempre. Su mismo aroma, era curioso que en tanto tiempo ni hubiera cambiado de perfume, su mismo estilo de abrigo, la misma clase de zapatos clásicos y exquisitamente cepillados, su pelo cortado  de la misma manera…Estaba convencida de que si miraba en el bolsillo interno de su chaqueta encontraría su billetera Loewe de piel camel, si lo hacía en el derecho de su pantalón las llaves de casa- de la que ahora compartiría con su mujer-,probablemente lejos de la que un día compartió con ella, y en el abrigo, justo en el interior izquierdo estaría su paquete de Marlboro. Es mas, si dejaba que aquella conversación se prolongara más de cinco minutos él sacaría uno de ellos e inhalaría profundamente, como queriendo aspirar con el parte de la vida, ansiosamente.

Él deseaba llevar las manos a su bolsillo izquierdo del abrigo para poder sacar un cigarrillo, pero no le parecía correcto hacerlo en ese momento.

Había pasado mucho tiempo pero parecía como si la hubiera visto ayer :Sus ojos negros brillaban exactamente de la misma forma. Parecía como si dentro de ellos hubiera una vieja chimenea siempre encendida con el fuego crepitando. Su presencia resultaba cómoda, amigable, cercana pero no asfixiante. Podría haber contado en aquel preciso instante con desvelarle cualquiera de los secretos de su vida sabiendo que ella jamás los revelaría.

Si, seguía siendo la misma. Jugaba recelosa con su zapato mientras él pensaba en encender o no aquel dichoso cigarro y contaba las pecas de su nariz, recordaba 9, en cambio hoy creía encontrar 11.

Ella era sabedora de que la necesidad de terminar aquella conversación.

Se despidieron.

Al hacerlo,  el recordó la ternura de su piel, la dulzura de sus besos, aún sólo amistosos.La suavidad de su piel blanquecina, el olor de su pelo, sin duda mascarilla de vainilla, como siempre, la de siempre, sonrió él.

Ella le pasó la mano por el brazo mientras le despedía cariñosamente sin dejar de hablar.

Aprovecharía que el semáforo estaba en verde para cruzar.

Se fue.

Ella quedó atrás.

Él quedo atrás.

En él permaneció  el perfume de ella en la piel y encendió su cigarro, miró su alianza, respiró....hay cosas que nunca cambian.

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