Es
de esas ocasiones en las que de repente te inunda una tristeza enorme.
No, no hay motivos.
Quizá es sólo tu ausencia. O mejor dicho el
empezar a aceptar el desapego de mi.
Es este vacío que crece en mi interior cuanto
mas te alejas.
Ha llegado de repente: en la mitad del
asfalto, en la cuarta gota de una lluvia que no viene a nada, en una canción
sin porqué.
Y no se va.
Me temo que esta vez va a quedarse tanto
tiempo como el que yo tarde en desacostumbrarme a ti o en acostumbrarme a mi
nuevo yo.
El mismo que tardan las serpientes en cambiar
de piel o las lechuzas en parpaderar.
Ya no se reir.Y creo que no quiero hacerlo sin
que estés a mi lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario