Hacía exactamente 7
días. Como siempre de manera escrupulosa aquella chica de rasgos asiáticos
salió a la terraza del precioso ático de una de las fincas situadas en aquella calle de la milla de oro de Madrid y comenzó
su habitual ritual de limpieza.
Cada 7 días exactos
en los 2 años y 9 meses que llevaba
trabajando en aquel lugar veía a esa mujer llegar cada siete días y abrir
aquella enorme ventana del otro lado de la calle para ir dejando absolutamente
pulcra la magnifica terraza de esa casa. Durante todo ese tiempo y las miles de
horas invertidas en dibujar, pensar, crear, borrar, tachar, se había imaginado
qué encerraba aquella casa.
Las ventanas siempre
permanecían cerradas y las persianas sólo a veces, en muy pocas ocasiones
variaban de posición. Lo suficientemente poco para evidenciar la presencia de
alguna persona, por lo que había llegado a la conclusión de que se trataba de
una casa no habitada peor obviamente no abandonada, dado el amor que sus
propietarios sentían por su terraza.
Pero ¿de qué se
trataba? ¿de una de esos inmuebles que tenían esas personas acaudaladas solo
para invertir?¿era un viejo recuerdo?una herencia difícil de dividir?
En días de invierno
le gustaba imaginar alguna historia de amor bonita. Un hombre enamorado de una
mujer que adoraba cuidar las rosas o gardenias en aquella terraza y era incapaz
de regresar ahora a esa finca despues de un final no deseado, pero en cambio su
apego a ella le obliga a mantenerla intacta…
Solo eran bobadas,
pensaba entre una taza de café, un té caliente o mucho sueño contenido…María
solía acercarse a la venta de su despacho cada día para ver mas de cerca, pero
siempre le había resultado imposible discernir nada más que alguna luz tenue
muy de cuando en cuando en algún día de invierno, y un leve moviendo en el
cambio de las persianas. Pero ella se sentía especialmente vinculada a aquella casa. No sabía el motivo pero le era
imposible pensar que era un hogar abandonado pese a que eso era justo lo que
parecía. Así que dentro de su ritual comenzó a incorporar el de saludar a esa
casa cada mañana y el despedirse de ella cada tarde o noche al final de la
jornada. “Buenos días amigo, que mañana tan fría..un poco de café y a ver si
hoy terminamos con ese dichoso proyecto””Buenas noches amigo, procura descansar
y gracias por acompañarme”
Lo cierto es que poco a poco cada día se acrecentaba más su
rara obsesión por saber qué historia guardaba aquella casa.
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