lunes, 25 de noviembre de 2013

LA CASA(PARTE 1)

Hacía exactamente 7 días. Como siempre de manera escrupulosa aquella chica de rasgos asiáticos salió a la terraza del precioso ático de una de las fincas situadas en aquella  calle de la milla de oro de Madrid y comenzó su habitual ritual de limpieza.

Cada 7 días exactos en los 2 años y 9  meses que llevaba trabajando en aquel lugar veía a esa mujer llegar cada siete días y abrir aquella enorme ventana del otro lado de la calle para ir dejando absolutamente pulcra la magnifica terraza de esa casa. Durante todo ese tiempo y las miles de horas invertidas en dibujar, pensar, crear, borrar, tachar, se había imaginado qué encerraba aquella casa.
Las ventanas siempre permanecían cerradas y las persianas sólo a veces, en muy pocas ocasiones variaban de posición. Lo suficientemente poco para evidenciar la presencia de alguna persona, por lo que había llegado a la conclusión de que se trataba de una casa no habitada peor obviamente no abandonada, dado el amor que sus propietarios sentían por su terraza.

Pero ¿de qué se trataba? ¿de una de esos inmuebles que tenían esas personas acaudaladas solo para invertir?¿era un viejo recuerdo?una herencia difícil de dividir?

En días de invierno le gustaba imaginar alguna historia de amor bonita. Un hombre enamorado de una mujer que adoraba cuidar las rosas o gardenias en aquella terraza y era incapaz de regresar ahora a esa finca despues de un final no deseado, pero en cambio su apego a ella le obliga a mantenerla intacta…

Solo eran bobadas, pensaba entre una taza de café, un té caliente o mucho sueño contenido…María solía acercarse a la venta de su despacho cada día para ver mas de cerca, pero siempre le había resultado imposible discernir nada más que alguna luz tenue muy de cuando en cuando en algún día de invierno, y un leve moviendo en el cambio de las persianas. Pero ella se sentía especialmente vinculada a  aquella casa. No sabía el motivo pero le era imposible pensar que era un hogar abandonado pese a que eso era justo lo que parecía. Así que dentro de su ritual comenzó a incorporar el de saludar a esa casa cada mañana y el despedirse de ella cada tarde o noche al final de la jornada. “Buenos días amigo, que mañana tan fría..un poco de café y a ver si hoy terminamos con ese dichoso proyecto””Buenas noches amigo, procura descansar y gracias por acompañarme”



Lo cierto es que  poco a poco cada día se acrecentaba más su rara obsesión por saber qué historia guardaba aquella casa.


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