viernes, 2 de agosto de 2013

DEBO HACERLO

Releo las miles de cartas que escribiste.
Que me escribiste.
Sé que no debo hacer esto.
No debo hacerme esto.
Pero he pensado que tengo que entender algo.
Releo todas ellas y no es posible pasar de la primera sin que las lágrimas broten de mis ojos eufóricas.
Quiero creer que me quisiste. Es imposible fingir lo que dicen esas letras, y nunca fuiste un buen actor, ni siquiera un gran mentiroso, descubrí cada uno de tus embustes, hasta el de que me seguías queriendo.
Cojo las cartas entre mis manos y las acerco a mi pecho. Aun huelen a ti. A como oilías antes de ella.
Huelen a recuerdos. Huelen a nosotros. Huelen a ese invierno que jamás volverá.
Huelen a perdón y oportunidad. A peonías y a té.
A ganas de quererme y deseos de quererte.
Y paso la mano lentamente por tu perfecta caligrafía recordando cuando abría el buzón y me sentaba al lado de la chimenea a leer aquellas líneas que acaba recordando de memoria como si fuera yo Cyrano y tu Roxana, solo que al final yo si que fui Cyrano …
Quiero traerte a mi de nuevo, pero traerte a ese momento. Al de esas viejas cartas. A aquel en que todo era posible, a aquel en que tu me querías y yo te soñaba.
Aquel en que la vida era una oportunidad para amarnos y no una tortura porque tu ya no estás y cada instante es una agonía.
Releo esas cartas porque dicen que si duele es que al menos fue verdad, y es lo único que me queda.

SI yo no conservo nuestra memoria no habremos existido nunca.

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