Era
mejor cuando solo habitabas en mi memoria como una fantasia insana y
recurrente.
Cuando
te agolpabas a rachas y fogonazos, sin poder trazar del todo tu enjuto rostro y
no era capaz de recordar tu nombre.
Era
mejor cuando no se llenaba mi boca de tu aliento y mi piel no se erizaba con el
tacto de la tuya.
Mejor
cuando tu voz no existía en mi conciencia. Mejor cuando no había silencios.
Era
mejor cuando dibujaba tu abrazo, cuando maldecía tu adiós, cuando odiaba tu
salvaje distancia.
Era
mejor entonces que echarte de menos teniéndote a mi lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario